Pamukkale: Maravillas Termales y Paisajes Únicos

¿Qué ver en Pamukkale?

Ante todo, lo más llamativo de Pamukkale son sus travertinos. Es decir, las características formaciones geológicas en forma de cascada que se han formado por la acumulación sobre el talud de la montaña de restos de bicarbonato y calcio (creta) disueltos en las aguas termales que surgen en la zona.

A lo largo de milenios esta sedimentación de creta ha dibujado una espectacular geología, con estalactitas y estalagmitas y otros tipos de formaciones pétreas. Es decir, al estilo de lo que ocurre en las cuevas subterráneas de calcitas y yesos, pero en este caso en la superficie.

El agua también se ha acumulado en lo que hoy se conoce como las piscinas naturales de Pamukkale. En otro casos, el agua ha desaparecido, formando impresionantes terrazas de piedra de travertino blanco.

También muy características de Pamukkale son las formaciones en forma de algodón de azúcar, o de nubes, que están entre las más fotografiadas del complejo.

Pero en este conjunto geológico, tan gratificante como la vista resulta el tacto. De hecho, a Pamukkale muchos vienen a bañarse en sus aguas termales, a diferentes temperaturas y con propiedades mineromedicinales.

Hierápolis, la gran ciudad de la Antigüedad

Situada sobre el complejo geológico de Pamukkale está la ciudad antigua de Hierápolis. Ambos lugares íntimamente ligados por la Historia. De hecho, si los griegos clásicos fundaron aquí este núcleo de población fue para aprovechar los beneficios medicinales de las aguas termales.

Así, el rey Eumenes II de Pérgamo rubricó la fundación de esta ciudad a principios del siglo II antes de nuestra era. Se le dio el nombre de Hierápolis como homenaje a Hiera, reina de las amazonas, según la mitología helenística.

Hierápolis vivió una refundación con la llegada de los romanos, que la explotaron durante la época imperial como uno de los lugares más deseados para las vacaciones de sus notables. Y así continuó, hasta que en el año 1354 la destruyó un gran terremoto.

Por fortuna, pese al olvido que la cubrió durante varios siglos, las sucesivas excavaciones han descubierto buena parte de la estructura de la ciudad y de sus edificios más destacados.

Entre ellos están:

Templo de Apolo: fue el templo de mayores dimensiones de la ciudad antigua, construido con grandes bloques de piedra sin argamasa. Hoy queda en pie una parte importante de sus columnas.

Anfiteatro: es uno de los lugares más impresionantes (y reconstruidos) del complejo arqueológico. Se construyó en el siglo III, bajo el reinado de Séptimo Severo y tiene capacidad para unos 12.000 espectadores.

Baños romanos: se construyeron en el siglo II de nuestra era y se pueden admirar sus tres partes fundamentales (frigidariumcaldarium y tepiderium) bajo escenográficas bóvedas que hoy acogen un interesante museo.

Necrópolis: se trata de tres, situadas junto a los diferentes accesos al complejo y son una de las mejores pruebas (por su tamaño) de la importancia que tuvo Hierápolis en la época clásica.

Monumento y tumba de San Felipe: del siglo V, supuestamente acoge los restos de este personaje, uno de los 12 apóstoles de Jesús de Nazaret, que llegó a la zona en su tarea de evangelización y donde fue martirizado.

Piscina de Cleopatra: que la mítica reina de Egipto pasara por aquí es algo que forma parte de la leyenda. Lo que sí es cierto es que sumergirse en las aguas de esta piscina permite conectar de forma inmediata con la Antigüedad clásica.

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