Éfeso permaneció bajo el dominio persa hasta que fue liberada por Alejandro Magno en 334 a.C. Al entrar a Éfeso y ver la reconstrucción del templo de Artemisa, que aún no estaba terminado, Alejandro se ofreció a reconstruirlo. Los efesios, sin embargo, rechazaron su oferta, alegando que no era decoroso para un dios construirle un templo a otro.
Lisímaco, uno de los generales de Alejandro, que se convirtió en gobernante de la región después de la muerte de Alejandro, emprendió la renovación y el desarrollo de la ciudad, a la que llamó Arsinoea en honor a su esposa Arsínoe II. Lisímaco construyó un nuevo puerto, levantó murallas defensivas en las laderas de los montes Panayir y Bulbul y reubicó la ciudad aproximadamente dos millas al suroeste.
Los efesios, sin embargo, se negaron a abandonar sus hogares y el sitio tradicional de su ciudad, por lo que Lisímaco bloqueó el sistema de alcantarillado de la ciudad durante una gran tormenta, haciendo así las casas inhabitables y obligando a los ciudadanos a trasladarse. En 281 a.C., la ciudad se refundó bajo el antiguo nombre de Éfeso y, de nuevo, fue conocida como uno de los puertos comerciales más importantes del Mediterráneo.
En 129 a.C., el imperio romano adquirió Éfeso por testamento de Atalo, rey de Pérgamo, por el que se legó su reino. Durante este tiempo, los fuertes tributos impuestos por el gobierno romano provocaron la rebelión de Mitrídates y, en 88 a.C., se llevó a cabo la masacre de todos los habitantes de habla latina de la ciudad, durante el asalto y saqueo de Éfeso por el ejército romano bajo Sila.
La ciudad sufrió graves daños por un terremoto en el 17 d.C. Después de eso, Éfeso se convirtió una vez más en un centro de intercambio y comercio muy importante. El historiador Aristión, y otros, describen a Éfeso como reconocida por todos los habitantes de la región como el centro comercial más importante de Asia. También siguió siendo un destacado centro político e intelectual, que se jactaba de tener la admirable Biblioteca de Celso, así como la segunda escuela de filosofía en el Egeo.
¿Qué ver en Éfeso?
Visitar las ruinas de Éfeso es como recorrer una ciudad de la Antigüedad. En el recinto encontraremos edificios públicos, comercios, viviendas privadas, calles aún pavimentadas y otros elementos que componían la ciudad. El conjunto forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2015.
En la visita hay varias construcciones que llaman la atención sobremanera, tanto por su importancia entonces como por el estado de conservación que presentan. Vamos a detallar los principales monumentos de Éfeso.
Teatro
Quizás el vestigio más impresionante de Éfeso son las ruinas del teatro. Cuenta con unas espectaculares gradas todavía en pie, en las que se estima cabían unas 25.000 personas. Es maravillosamente mágico pensar que esas mismas piedras fueron colocadas allí entre los siglos III y II a. C. y que por ella pasaron artistas de teatro, circo y gladiadores. Es, sin duda, una obra colosal con un arco que mide 150 metros de diámetro.